27 de abril de 2006

Biblihólicos: sintomatología y tratamiento

Si en Estados Unidos se puede encontrar de todo, en las librerías de Estados Unidos ocurre lo mismo. Descubro Books & Books gracias a Marta Morán, la asesora cultural del consulado español, y de algunos profesores venidos de España para enseñar en Miami durante un curso. En la sección de autoayuda, que en España nunca miro, encuentro algo que me interesa de inmediato: Biblioholism, The Literary Adiction (es decir, Bibliholismo, la adicción literaria). En la portada se ofrece una definición de este terrible mal (que padezco, debo reconocerlo en público, amigos) y que no es sino "la terrible costumbre de comprar, leer, almacenar, admirar y consumir libros en exceso". Junto al nombre del autor, Tom Raabe, aparecen un ángel y el demonio. El primero ordena: "Compra más libros". El segundo, contradice: "No compres más libros".
Los distintos capítulos tienen títulos impagables: "Confesiones de un biblihólico", "Test: ¿Eres un biblihólico?" (aun no lo he hecho, pero conozco los resultados); "Variantes del síndrome: Lectorhólicos, Bibliópatas, Biblioclastas, Bibliófagos", "Somos lo que compramos". El capítulo llamado "Reading" (Leer), está dividido en "Leer en la cama", en restaurantes, en el baño, durante los viajes, en el trabajo o en casas de los no biblihólicos. Horror, yo soy todos ellos, estoy mucho peor de lo que pensaba. Incluso hay un capítulo dedicado al préstamo de libros en el que el autor asegura que existen dos clases de biblihólicos: los que prestan y los que no prestan sus libros. Por supuesto, son casos más graves los del segundo grupo, al cual yo pertenezco.
Para cerrar el trabajo el autor ofrece un tratamiento al mal, que empieza por la total abstinencia (aconseja: sal de tu casa, no dejes libros sobre las sábanas, no busques libros en ningún lugar, ve la tele, haz cosas con las manos, corta el césped, limpia el sótano....), sigue con la recomendación de libros paliativos, algo así como la metadona de los libros, plagados de fotos y sin texto y termina con lo que dice que es la medida drástica pero definitiva para dejar de leer: casarse. En la última página, que sigue a una extensísima y muy interesante bibliografía, el autor se confiesa como un bibliólico irredento. Ha vivido en San Diego y Colorado y reconoce que "en sus días sin libros, aún fue capaz de viajar a Indonesia, Nepal, Afganistán, Irán, Turquía y Europa". Qué fenómeno. Lástima que no se haya traducido.

5 comentarios:

miwok dijo...

Qué bueno el libro...ya nos seguirás contando...Me hace gracia, nunca pensé que fuera una adicción como otra cualquiera.

Anónimo dijo...

Para dejar de leer hay algo mejor que casarse: ¡tener hijos!

Probaremos La Oruga Glotona...

Ladynere dijo...

Vaya, yo que ya había pasado la revision del medico y no bebo en exceso, no fumo, no consumo drogas, no llevo gafas, no tengo alergias...

Yo que estaba tan feliz, ya me encontraron algo ^_^
Care, pasatelo estupendamente.

BofetadasdelaLuna dijo...

¿Es muy grave, doctor?

Ver la televisión en lugar de leer... lo que hay que oír jajaja. Creo que me resultaría imposible.

Anónimo dijo...

Creo que estoy entre los enfermos, aunque desde hace algunos años me paso más por la bibliosala para no comprar compulsivamente. Aún así a veces no me puedo contener, siento hasta deseos de robar los libros de casa de los amigos. ¿No os pasa estar leyendo ,más de tres libros a la vez?. De locos, aunque conozco (y esto ya sin coñas) a uno que realmente es de psiquiatra (está tratándose de hecho). Su adición a la lectura, que es lo unico importante en su vida, lo ha incapacitado para relacionarse, engendrarse, mantener relaciones, etc.... Claro, que igual el problema no son los libros.