23 de abril de 2010

CRYPTA: el blog


Merodeadores del silencio, permitid que me presente: soy Eblus, el absoluto y flamante protagonista de la última y flamante novela de la administradora de esta página. Debo deciros algo, en confianza: aunque Care piense que ella es la autora de este hermoso libro, y lo diga, con esa vehemencia tan suya, no es cierto: el único autor soy yo mismo. Eblus, humilde djinn del desierto catapultado a las alturas del poder demoníaco gracias a mi asombrosa capacidad. No soy bueno, pero soy fascinante. Podréis saberlo a partir del 11 de mayo, en que llegarán a las librerías mis andanzas.

De momento, para celebrarlo, he creado un BLOG donde los lectores jóvenes de todas las edades encontraréis muchos contenidos: confidencias, concursos, escenarios de la novela, más de un secreto...
Ah, para los que sentís simpatía por Care: pienso dejarla escribir también en mi bitácora. Ella está deseando, y me duele privarla de un placer que en el fondo me ahorra trabajo.

En fin. Espero veros mucho por allí. O por cualquier otra parte, mortales.

2 comentarios:

Begoña Argallo dijo...

Bueno, encantada de conocerle Eblus, no tengo mucha idea de lo que es un djin, pero me parece buena hora para averiguarlo porque no ando muy ocupada en estos días. No soy bueno, pero soy fascinante...parece que no tiene usted abuela. Pero en todo caso está claro que ser eres.
saludos

Víctima del desamor dijo...

Hola, Eblus. Me temo que vas a ser responsable de que mi enganche de Care suba y suba. Además, naces a la luz el día de mi cumple, víspera del día en que tengo que presentar a Care ante los alumnos que van a encontrarse literariamente con ella en San Miguel de los Reyes. Lo malo en mi caso, al contrario de lo que le sucede a Begoña, es que no tengo demasiado tiempo para todo cuanto quiero y debo hacer. Pero sólo es cuestión de tiempo (valga la redundancia) que eso cambie.

¡Ah!, y como le decía a mi hijo hace un par de días, la falsa modestia (defecto que tú no sufres) no sirve para nada, y la clave es conjugar la cantidad adecuada del necesario amor propio con la dosis suficiente de humildad. Estoy convencida de que ese punto sí que lo has alcanzado.

Hasta ya mismo.

Mª Eugenia